En el proceso de reciclaje orgánico aprendí a detenerme para buscar opciones de reutilizar lo que a primera vista califico como desecho. Es así que ante todo evalúo que puedo destinar a la olla de la comida que preparo para los perros (cáscaras de frutas no cítricas, plátano, calabazas, tallos de verduras... o partes demasiado maduras) y luego, con base en lo aprendido recuerdo o pienso en nuevos usos, algunos de los cuales registro a continuación a manera de ejemplo para mostrar las infinitas posibilidades que tenemos y la abundancia que existe en nuestra vida. Siempre podemos reducir, menos por menos, y obtener más de lo que consideramos basura.
De Cecilia aprendí a hacer jabón exfoliantte con las cáscaras de los cítricos: proceso las cáscaras, en este caso de mandarina, y las mezclo con miel de panela. Al día siguiente lo aplico y mi piel lo agradece. Pueden además hacerse en infusiones o aromatizar el ambiente si se ponen a hervir con canela.
Consuelo me orientó para sustituir los purgantes
farmacéuticos que han de darse a los perros
por las pepas de la papaya.
También recomendadas para
consumo humano con el mismo fin.
De la permacultura tomé por costumbre guardar y secar todas las semillas de los alimentos que consumo - en este caso son de calabaza y pepino- y luego echarlas al voleo en la huerta o a lo largo del terreno para que si está dispuesto se reproduzcan o sean alimento de la fauna silvestre que coexiste en este lugar.
Marina me explicó que si dejo en agua con panela a fermentar
las cáscaras de la piña, primero obtengo guarapo -una bebida
casera tradicional-y luego vinagre.
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