Escuchar mi naturaleza me permitió finalmente desaprender la domesticación de la segmentación que me inducía a actuar de manera mecánica, al impulso del estímulo exterior.
Prefiero amar lo que hago y es así que el desarrollo del día nace de mi estado de ánimo, lo que me permite escoger algunas de las posibilidades que vislumbro. Parto del compromiso adquirido con las actividades cotidianas que ejecuto en el momento en que estoy dispuesta a hacerlas, sin un horario por cumplir. Me alimento cuando tengo hambre. Razono cuando necesito resolver algo. Termino lo que comienzo. Hablo si tengo algo que decir. Socializo para compartir. Concluyo mis esfuerzos físicos al sentirme cansada. Me detengo a ser consciente de lo que me rodea y encontrar lo nuevo...
El único valor que le doy al tiempo es que éste me pertenece para vivir el instante, que puede durar un segundo, horas, lo que mi propio ritmo me demande. Sólo así soy la y lo que hago.
La paz es conmigo, la paz es con todas.