En el proceso para consolidar mi bienestar y felicidad personal encontré una propuesta reiterativa sobre la necesidad de cambiar mis pensamientos de crítica y desvalorización por aquellos que aceptaban las bondades recibidas y determinaban un atención hacia aquello que deseaba ver manifestado.
Los dos caminos conducen hacia un mismo propósito: ocupar el vacío.
Mucho de los que pasa por nuestra mente y emocionalidad obedece a nuestro sistema de creencias y basta recordar algunas de las ideas que hemos dejado de creer o de las emociones que se diluyeron al aclarar los malos entendidos, para confirmarlo.
Cambiamos el pensamiento porque descubrimos que lo que creíamos verdad es mentira o porque permitimos que la intuición amplíe la fidelidad de las señales que provienen de nuestro SER, para mostrarnos las rosas que dejamos de ver por quedarnos con las heridas que nos provocaron las espinas.
Nuestra vida ES, es presente y es allí donde lo que pienso de lo que vivo se traduce en lo que hago. Si modifico lo que pasa por mi mente para que sea adecuado a la construcción del mundo que deseo vivir, donde soy feliz, mi hacer corresponderá exactamente a ello.
Ocupo el vacío siendo fiel a mi misma: pienso lo mejor de mi, soy Yo a quien mas amo, confío en mi incondicionalmente, me digo la verdad, me refiero a mi con aceptación y aprobación y hago lo que me hace feliz.
Ocupo el vacío ya que sin juzgar la codicia comparto lo que me es abundante, antes que mentir piadosamente respondo con la sinceridad, en la crítica a otra presento la experiencia grata que vivo con ella, frente al uso indiscriminado de los recursos consumo únicamente lo necesario y en medio de las diferencias encuentro lo que nos asemeja, somos UNA.
Cambiamos el pensamiento porque descubrimos que lo que creíamos verdad es mentira o porque permitimos que la intuición amplíe la fidelidad de las señales que provienen de nuestro SER, para mostrarnos las rosas que dejamos de ver por quedarnos con las heridas que nos provocaron las espinas.
Nuestra vida ES, es presente y es allí donde lo que pienso de lo que vivo se traduce en lo que hago. Si modifico lo que pasa por mi mente para que sea adecuado a la construcción del mundo que deseo vivir, donde soy feliz, mi hacer corresponderá exactamente a ello.
Ocupo el vacío siendo fiel a mi misma: pienso lo mejor de mi, soy Yo a quien mas amo, confío en mi incondicionalmente, me digo la verdad, me refiero a mi con aceptación y aprobación y hago lo que me hace feliz.
Ocupo el vacío ya que sin juzgar la codicia comparto lo que me es abundante, antes que mentir piadosamente respondo con la sinceridad, en la crítica a otra presento la experiencia grata que vivo con ella, frente al uso indiscriminado de los recursos consumo únicamente lo necesario y en medio de las diferencias encuentro lo que nos asemeja, somos UNA.
La paz es conmigo, la paz es con todas.