Yo había pronosticado que el bebé nacía el viernes y acerté. Creo que lo adiviné en sus ojos, tenía un brillo especial y una mirada de "ya estamos listos!!!", pura intuición de madre.
Esa mañana Pafy, el padre, y un amigo estaban terminando de cambiar el piso del cuarto por madera cuando ella rompió fuente a las nueve y media. Ellos se apuraron y alcanzaron a terminarlo. ¡Ya se imaginarán el despiporre que había en esta casa, pues habíamos tenido que desocupar totalmente la habitación!.
Mi hija, muy tranquila, armó paseo y nos fuimos con tres amigas y sus bebés a Camburizinho, una playa divina que queda como a diez minutos de la casa de Lo, en plena costa en el litoral norte de Sao Paulo. A mi me dio mucho temor la salida puesto que cuando uno rompe fuente los médicos lo mandan a acostar y a quedarse quietico, pero como mi hija es tan indiferente a muchas de esas teorías, salió tranquila y así transcurrió todo el paseo. Regresamos para la casa como a las dos de la tarde, pero antes paramos en un supermercado.
Cuando llegamos, se bañó y se fue a acostar. A las siete de la noche le empezaron las contracciones duras. Grazi, su mejor amiga y vecina, quien es profesora de yoga, la ayudó todo el tiempo a respirar y a cantar mantrams en cada contracción. A las diez de la noche llegaron dos parteras, la ginecobstetra, una brasilera queridísima, y una argentina, terapeuta holística. Trajeron la piscina que empezamos a llenar con agua
caliente... y de un momento a otro se fue el agua... ¡justo cuando Lore había pedido a gritos una ducha!. Llegó diez minutos después, pero parecieron una eternidad.
Como la estufa que habíamos dispuesto no daba a basto para calentar tanta agua, todos los vecinos de este morro (4 familias ) auxiliaban trayendo agua caliente de sus casas. Esto parecía un desfile.
Mientras tanto Lore seguía trabajando en el lugar que se dispuso para el parto: el taller de arte que tienen en la casa y que estaba adornado con luces rojas y azules, velos de colores, un altar, un computador que tocaba himnos religiosos del Daime, florales, una filmadora sobre un trípode en una esquina y en la otra una cámara fotográfica, ambas dispuestas para registrar todos los detalles.
Una vez llena la piscina, mi hija y su esposo entraron en ella a continuar el trabaja de parto. Yo era invisible, no hablaba, casi ni respiraba, era imperceptible, sólo rezaba y respiraba. Algo curioso y a la vez cómico fue que cuando Lore cantaba OMMMMM durante la contracción, todos los que estabamos ahí presentes la acompañábamos, sonábamos como un coro de iglesia.
A las once de la noche el cuelo del útero había dilatado diez centímetros y es desde ahí, que se empieza a contar el tiempo del trabajo de parto. Es decir, que el de Lo fue muy ràpido, tan sólo dos horas, ya que Pedro Simón Aruak Nascimento Ortiz nació a la una y veinte minutos.
¡Hija mia, una berraca, cómo la admiro!. Cero analgésicos, cero anestesia, parto natural, sin rasgadura de zona perineal, corte de cordón umbilical posterior al alumbramiento de la placenta -lo cual es muy bueno para evitar traumas emocionales posteriores, dicen las teorías de renacimiento y respiración holotrópica modernas-.
El bebecito empezó a mamar inmediatamente salió de su vientre. Una vez ahí las otras tres parteras, una ginecóloga, una pediatra y una terapeuta, procedieron a recibir al bebé, lo examinaron, nos dijeron que todo estaba bien, hasta hicieron un cuadro con la huella de la placenta... ¡Imagínense...! La placenta hoy yace en las raíces de una planta de no sé qué cosa, en la puerta de esta casa, al lado del ombligo del bebé...
Con este corre corre yo quedé dos días medio desmadejada, como si hubiera subido de rodillas a Monserrate. Fue una noche de mucha tensión, emociones de todo tipo... miedos, alegría, incertidumbre, admiración, amor, agradecimiento... una experiencia maravillosa, como para repetir.
Esperanza López
Gracias Lorena, Pafy, Pedro Simón y Esperanza por su generosidad para compartir esta vivencia-lección, que es una muestra del amor creador de momentos sagrados y un ejemplo de que el alumbramiento es ante todo la celebración ritualística de la vida que llega así envestida del poder de SER.
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