En mi aprendizaje sobre la naturaleza y la interacción con personas que están íntimamente ligadas a ella, como la Princesa Mhuysqa, pongo en práctica el arte de sembrar simbólicamente para cosechar realmente.
Este es el caso de esparcir la semilla del agua dulce que existe de manera natural en lagos, ríos, quebradas y lagunas, siendo mas poderosa aquella que trae en su memoria los lugares sagrados como el de la Laguna del Cacique de Guatavita.
De allí, previa autorización, obtuve con la ayuda de Consuelo, un poco de agua que viene por un boquete desde la Laguna y la envasé en una botella azul, la cual, una vez en mi casa, dejé días y noches a la interperie para que recibiera la energía del Sol y la Luna en creciente hasta sentir el momento propicio y que fue luego de una tarde lluviosa.
A la mañana siguiente, temprano, con la intención de recibir y agradecer la abundancia, la esparcí sobre pasto, tierra y hojarasca en los pozos al aire libre construidos en diferentes momentos para guardar el agua lluvia y evitar inundaciones en la Reserva.
La semilla está esparcida en el territorio y ahora con gratitud recibo su presencia con la confianza plena sobre su abundancia. ¡Así Es!