Equilibrio, lo que me trae la paz y aceptación porque dejé de estar fuera de mi y para lograrlo aprendí que mi andar es similar a estar sobre una cuerda floja, donde oscilo sin brusquedad de un lado y del otro. Me inclino, doy más cuerda, hacia lo que se vuelve prioritario, lo resuelvo y retomo las largas y cortas que me mantienen centrada.
Es la suma de todas mis partes, mente, emoción y cuerpo, en un movimiento armónico y concentrado que me lleva a entregarme sin juicios a mi propia observación, para decantar lo que está en el ahora y desechar los coletazos de aquello que persiste en la agonía de lo que ya dejé atrás y me regresa como repaso para valorar mi aprendizaje.
Soy sólo en el presente y si ahí permanezco vivo cada instante atenta y libre de prejuicios para jugar a la vida con alegría y confianza, porque se que el desenvolvimiento de lo que ES surge de mi y en esa media la potestad de crear y transformarlo me pertenece.
La paz es conmigo, la paz es con todas.