Acepto lo que se me dice y lo que recibo de la otra. Acepto lo que siento y me incomoda de ella. Mi atención fluye, sin esfuerzo ni pretensión de cambiar lo que sucede dentro de mi ni en el reflejo de mi misma que observo en él.
Acepto que a ese instante, emoción y pensamiento le corresponden su momento de existir. Es lo que es y así es maravilloso porque con ello libero lo que aún hace parte de la oscuridad que requiere la luz del discernimiento.
Para entender centro mi atención en el ahora. Estoy ahí en lo que ES sin forzarme a estar ni deseosa de salir de allí. Encuentro sin buscar, ya que en la aceptación escucho mi SER y actúo en consecuencia. Resuelvo en mi, que es donde está origen de lo creado, de lo vivido. Cambio y mi respuesta transforma las nuevas experiencias.
Acepto que donde estoy todo es es perfecto y que soy perfecta expresión de la existencia que se manifiesta en la diversidad y singularidad de la que soy parte. Soy UNA con todas y en esa comprensión hallo sosiego.
La paz es conmigo, la paz es con todas.