Tuve la oportunidad de compartir con Natalia, mi sobrina, sobre su labor en la instrucción que imparte en una escuela de primaria en Austin, Texas.
Ella, al igual que mi hermana ama el oficio de enseñar, y día a día asume el reto de mantener el interés y la atención de los pequeños, agrupados en un salón cuando sus pies quisieran correr hacia los prados y juegos. Sus ejes de cohesión son la co-responsabilidad que se expresa en acuerdos de convivencia, etiquetados como reglas del salón y pactados de común acuerdo al comienzo de las clases, así como la asignación de tareas de liderazgo y organización para el funcionamiento del aula.
Otro factor que estimula es la comunicación entre todos a partir del enriquecimiento del vocabulario que se logra con la lectura como actividad cotidiana.
Y por último sus esfuerzos buscan una mayor participación de los padres en el proceso de aprendizaje para que fortalezcan aquellos aspectos que hacen vulnerables a sus hijos.
Enseñar es cada vez un mayor arte, ya que los procesos de instrucción tienen implícita una homogenización que se contrapone a la unicidad que somos y a nuestro libre albedrío.
Si disyuntiva de instruir para la convivencia dentro de un sistema social y económico específico y a la vez crear condiciones sanas y felices de crecimiento se resuelve con amor, comprensión y paciencia el resultado es siempre mejor.
Y fue ese amor y compromiso el que vi en Natalia. Gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario