Cuando nada de lo temido y presupuestado pasó, pude verme y ser consciente del despilfarro de mi energía, había ido y venido sin ton ni son, al compás de muchos supuestos y ello me permitió reírme del absurdo de mi conducta y ser consciente de esa costumbre de adelantarme a lo vivido. Comprendí que mi actuar tiene validez en el instante, en lo que ES y que soltar, aflojar, rendirme, aceptar me permite recibir la sabiduría de la existencia.
A partir de esa experiencia la comprensión del aquí y el ahora se ha enriquecido con mi atención a lo que siento, pienso y realizo para ver en lo que se manifiesta, lo externo, las señales que me conducen nuevamente a mi misma, descubro la que soy, representada en las infinitas variaciones que también están en las otras, ya que al permanecer en el momento aprecio mi propio cambio y el de lo que me rodea. Mi mirada es siempre de primera vez y cada día transcurre como una página en blanco que se llena en la medida de lo acontecido, de lo experimentado, sin dejar renglones a medias. Lo que llega se resuelve o se borra si desamorniza con lo que soy ahí.
Si estoy en el eterno presente vivo como un mandato mis deseos, surgidos del latido al unísono de mi cuerpo, mi mente y mi corazón, para cumplir el destino de ser feliz.
La paz es conmigo, la paz es con todas.
1 comentario:
Estoy de acuerdo que muchos de los temores que alimento sobre acontecimientos futuros son a la postre innecesarios, que suelo hacer grandes montañas de posibilidades negativas antes de que los hechos lleguen (¿quizás fruto de una cultura/personalidad pesimista o excesivamente previsora? o ¿fruto de una sociedad del éxito y miedo al fracaso?)
Pero aún sabiéndolo, la mente me es dificil de manejar y de parar, casi diría que va por libre.
Por ello vivir el ahora me es difícil en muchas ocasiones, pero yo también espero encontrar algún día el saludable eterno presente.
Su escrito me viene muy bien en el día de hoy.
Saludos
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