Desde hace trece años se reinventó como neocampesina.
El amor de Consuelo Bonilla Cobo por la naturaleza va desde la protección y conservación del "monte" -una extensión de bosque nativo-, el disfrute de convivir con animales de granja en libertad y crear un espacio sabatino, para que niños vecinos, encuentren donde reír, jugar y aprender aquello que la educación regular no les ofrece.
Es una caleña que dejó su actividad mercantil para reinventarse como habitante rural del municipio de Guasca. Vive en la Reserva Natural Bosque de La Candelaria, desde hace trece años, "no fué una decisión precipitada sino pensada a cabalidad".
Consuelo y su esposo Klaus compraron en 1991 una área montañosa en Guasca. Lo hicieron para preservarla, pues era evidente que la tendencia en la zona era deforestar. Permitieron que el bosque caminara solo y para pernoctar ahí construyeron un sencillo refugio en madera. Queda en la parte baja del bosque, lo que propiciaba que ellos hicieran caminatas de montaña, cada vez que podían ir a visitar, pues sus actividades económicas estaban en Cali y Bogotá.
"En junio del 2005 murió mi compañero de 40 años y entonces debí reflexionar cómo seguiría mi vida y en dónde. Lo resolví rápido, quería vivir: En el campo! Y mi energía la enfoqué a lograr este propósito".
Para adaptarse a la nueva vida contó con la ayuda de Luis Antonio, un campesino de Guasca que trabajó con ella y con el que "aprendí de sembrados y cosechas, conocí de los variados y deliciosos tubérculos sabaneros y diferentes clases de papas que hoy por hoy no se comercializan. Conservar estas semillas es muy valioso para que no desaparezcan".
Ahora celebra y comparte cada cosecha de variedades de papas, guardando a la vez las mejores para continuar su siembra y reproducción de las semillas recuperadas e incluso encuentra nuevas mutaciones de las mismas, que se dan de manera natural.
Se reconoce orgullosamente como “neo-campesina”, condición que identifica a citadinos que dejan el asfalto, los edificios y los trabajos de oficina por una vida campesina, en la que las labores son al aire libre y el movimiento es una exigencia cotidiana para funcionar. "En ningún momento me he arrepentido de haber dejado la vida citadina, por el contrario, cada vez aprecio más la posibilidad que tuve de venir al campo y dar un cambio total a mi vida".
Su transito seguro por la vida rural, la mantiene "aprendiendo mucho, trabajando y disfrutando de todo lo que nos da la naturaleza".
La conservación y fortalecimiento del bosque, la llevó a "pertenezco a RESNATUR, que es la Red de Reservas Naturales de la Sociedad Civil, una agrupación sin ánimo de lucro, que promueve la conservación de la naturaleza, en todos sus aspectos y que agrupa a unas 150 reservas naturales, regadas por toda la geografía colombiana". Desde su afiliación mantiene una participación dinámica y se ha desempeñado como miembro de la Junta Directiva, en varias ocasiones.
La reserva Natural Bosque de La Candelaria es refugio para diversas especies de flora y fauna nativa del bosque alto andino.
La reserva Natural Bosque de La Candelaria es refugio para diversas especies de flora y fauna nativa del bosque alto andino.
Complementa sus actividades de granja, en la que las siembras se realizan al ritmo de la Luna, y medioambientales, con un programación lúdica. "Desde hace 5 años empecé con un programa de actividades para los niños de la vereda. Es algo muy especial el trato con los niños, verlos reír, jugar y disfrutar de los programas que se les ofrecen".
A lo largo de estos años Consuelo Bonilla Cobo se acompaña con "unos cuantos cabros, que no solo me dan leche, sino además distracción. También gallinas y un par de conejitos, completan la mini arca de Noé".
Fotos cortesía de Consuelo Bonilla Cobo
2 comentarios:
Excelente crónica-reportaje de la siempre periodista, hoy una sembradora maravillosa, Gloria Umaña sobre una colega, Consuelo Bonilla Cobo, que agradecemos los lectores de Historias de Vida maraillosas y únicas. Gracias a las dos por existir y permitir que las generaciones que nos preceden lo hagan sin tanto dolor.
Excelente reportaje, ejemplo de vida, no sólo de la protagonista sino de la periodista y amiga Gloria Umaña.
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