sábado, 1 de septiembre de 2012

El valor del tiempo

La instrucción que recibí en los centros de aprendizaje, la escuela, guiaba mi atención al compás de las manecillas del reloj. Cada cuarenta y cinco minutos requería un giro, que desconocía mi interés. Su éxito en mi fue escaso. Coincidió con aquellas clases en las que al maestro le importaba poco lo que enseñaba o cuando mi ocupación la aseguraba sólo el dinero por recibir.
Escuchar mi naturaleza me permitió finalmente desaprender la domesticación de la segmentación que me inducía a actuar de manera mecánica, al impulso del estímulo exterior.
Prefiero amar lo que hago y es así que el desarrollo del día nace de mi estado de ánimo, lo que me permite escoger algunas de las posibilidades que vislumbro. Parto del compromiso adquirido con las actividades cotidianas que ejecuto en el momento en que estoy dispuesta a hacerlas, sin un horario por cumplir. Me alimento cuando tengo hambre. Razono cuando necesito resolver algo. Termino lo que comienzo. Hablo si tengo algo que decir. Socializo para compartir. Concluyo mis esfuerzos físicos al sentirme cansada. Me detengo a ser consciente de lo que me rodea y encontrar lo nuevo...
El único valor que le doy al tiempo es que éste me pertenece para vivir el instante, que puede durar un segundo, horas, lo que mi propio ritmo me demande. Sólo así soy la y lo que hago.
La paz es conmigo, la paz es con todas.

1 comentario:

kiki dijo...

Mi única crítica a los profesores es el sistema arcaico que siguieron utilizando, el sisema que le da más valor al aprobado que a lo aprendido, con algunas honrosas excepciones.

¿Cómo aprender un idioma sin hablarlo? ¿Cómo estudiar mineralogía sin ir al campo? ¿Cómo no hacernos sentir y pensar sobre lo que nos enseñaban?

Y lo que me da más pena aún es que al parecer la enseñanza de hoy en día en España está peor que la de antaño, y que en vez de sumar se ha restado, se ha restado "respeto". Dicen que se ha perdido el "miedo" (loado sea) pero también el respeto al profesor.

De todas formas no reniego de lo aprendido en las aulas, aunque no me gustara la ansiedad de los examenes y del lograr cumplir expectativas ajenas.

Muchos saludos, siempre interesantes sus escritos.