En el cumpleaños de mi pequeño Baltazar, como ya es costumbre, celebramos sembrando un arbolito por cada año de su vida.
Además de los dos que crecerán en Suesca, este año la abuela le trajo uno nativo de El Paraiso, el cual pusimos en una matera para que mi pequeño lo cuide durante los próximos doce meses, encargándose de que esté sano y fuerte para que en su próximo cumpleaños lo llevemos de regreso a su lugar de origen y sea uno de los tres árboles que agarrarán la tierra, como una muestra mas de la alegría que nos proporciona la vida que se hace grande junto a nosotros.
Pescadito, así decidió llamarlo, lo acompañara junto a su ventana 365 días. Allí juntos afianzaran sus raíces y el día de mañana cada uno en su forma de vida florecerá.
Cristina Umaña
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