Backtoeden
Veo celebración, risa, amor, confianza, seguridad y vida.
Observo duelo, miedo, condena, ira, guerra y muerte.
Comprendo que en todo ello me reflejo. También soy yo.
Siembre un árbol, promueva un bosque, conforme una línea de ingresos para los habitantes del campo. Se trata de ser parte de una respuesta ecológica que preserve a la naturaleza, incluyendo en ella al ser humano. Es comenzar YA a crear bosques en pequeños predios en las montañas de Suesca, Cundinamarca, Colombia, América del Sur, Planeta Tierra.
PREÁMBULO
Escribir un libro, tener un hijo o una hija y sembrar un árbol son las grandes tareas que nos endosa un ideario tradicional de vida. De ellas la más sencilla pareciera ser la última, no requiere títulos educativos ni acumulación de experiencias ni grandes esfuerzos físicos ni ganarse la lotería o ser millonario. Sólo basta decidirse a hacerlo.
¿Qué es un árbol? Una planta de tronco leñoso que se ramifica mayor o menor altura del suelo. Un objeto navideño. Un elemento visual común a la ciudad y al campo. Un ser vivo, erguido que se inclina al compás del viento sin resistirse, nos da refugio del calor y el frío, y, muy adentro, en sus raíces, guarda el agua y refresca la tierra y en todo su conjunto da alimento a otros: humanos, animales e incluso plantas. Otro ser en extinción por el urbanismo sin fronteras, el empobrecimiento de los suelos y la plantación de especies foráneas no aptas a las condiciones geográficas.
En el horizonte de las zonas urbanas vemos la sombra gris de la contaminación, ya que no hay suficientes árboles que trasformen el gas carbónico en oxigeno. En lo campos hay desbordamientos acuíferos o la tierra se agrieta, todo debido a la erosión de los suelos, pues no existen raíces que almacenen el agua para la escasez.
Las ciudades viven la presión demográfica que conlleva el encarecimiento del costo de vida, mientras el campo es despoblado por la migración como consecuencia de la falta de fuentes de ingreso económico o amenazas de muerte. La violencia y la indigencia no sorprenden, ya son cotidianas.
Esta realidad se puede expresar en cifras alarmantes que nos harán exclamar- ¡mierda!, esto se puede acabar-. Y sería para TODOS, ricos y pobres, ilustrados e ignorantes, famosos o anónimos, animales, plantas o seres humanos, del primer, segundo o tercer mundo. El agua, el aire y la tierra la compartimos en todo el planeta. La realidad natural demuestra que somos de la Tierra y la Tierra NO ES nuestra y que es necesario regresar a ella, unirnos en solidaridad.
PREÁMBULO
Escribir un libro, tener un hijo o una hija y sembrar un árbol son las grandes tareas que nos endosa un ideario tradicional de vida. De ellas la más sencilla pareciera ser la última, no requiere títulos educativos ni acumulación de experiencias ni grandes esfuerzos físicos ni ganarse la lotería o ser millonario. Sólo basta decidirse a hacerlo.
¿Qué es un árbol? Una planta de tronco leñoso que se ramifica mayor o menor altura del suelo. Un objeto navideño. Un elemento visual común a la ciudad y al campo. Un ser vivo, erguido que se inclina al compás del viento sin resistirse, nos da refugio del calor y el frío, y, muy adentro, en sus raíces, guarda el agua y refresca la tierra y en todo su conjunto da alimento a otros: humanos, animales e incluso plantas. Otro ser en extinción por el urbanismo sin fronteras, el empobrecimiento de los suelos y la plantación de especies foráneas no aptas a las condiciones geográficas.
En el horizonte de las zonas urbanas vemos la sombra gris de la contaminación, ya que no hay suficientes árboles que trasformen el gas carbónico en oxigeno. En lo campos hay desbordamientos acuíferos o la tierra se agrieta, todo debido a la erosión de los suelos, pues no existen raíces que almacenen el agua para la escasez.
Las ciudades viven la presión demográfica que conlleva el encarecimiento del costo de vida, mientras el campo es despoblado por la migración como consecuencia de la falta de fuentes de ingreso económico o amenazas de muerte. La violencia y la indigencia no sorprenden, ya son cotidianas.
Esta realidad se puede expresar en cifras alarmantes que nos harán exclamar- ¡mierda!, esto se puede acabar-. Y sería para TODOS, ricos y pobres, ilustrados e ignorantes, famosos o anónimos, animales, plantas o seres humanos, del primer, segundo o tercer mundo. El agua, el aire y la tierra la compartimos en todo el planeta. La realidad natural demuestra que somos de la Tierra y la Tierra NO ES nuestra y que es necesario regresar a ella, unirnos en solidaridad.
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