"Alguna vez leí que Alice Munro, la nobel canadiense, escribía sus cuentos en la cocina de su casa, en el tiempo que le dejaban las ocupaciones de su hogar y el cuidado de sus hijas. No es el caso de Gloria Umaña. Al menos no en lo convencional. Gloria escribe antes o después de cuidar de sus plantas, de preparar sus mermeladas, de recorrer los caminos que ha ido sembrando de árboles en su retiro de Suesca, un lote pelado que compró hace al menos dos décadas y que hoy tiene un pequeño bosque.
"Allí, mientras amasa sus panes o remueve la tierra para sembrar sus arrayanes, robles, saucos, cedros, espinos, alisos y muchos más, todas especies nativas, porque Gloria se ha empeñado en devolver a la tierra lo que le hemos quitado, ha ido pensando los dieciocho relatos que integran este volumen que ella misma se ha auto editado. Quizá lo ha decidido así porque conoce, por formación, el mundo editorial y las trabas que encontramos cuando se trata de publicar.
"Son cuentos cortos, pero vertiginosos. En pocas líneas, Gloria Umaña logra la atmósfera, la tensión y el suspenso necesario para que el lector no quiera despegarse de ellos. Narrados en primera persona o por un narrador que pone la lupa en la cotidianidad, cuya suma construye nuestros días, el lector tiene la sensación de estar viendo a través del ojo de una cerradura un interior espacial y sicológico al que de otra manera le hubiera sido difícil llegar.
"Nada de lo que sucede en la vida le es ajeno a las protagonistas de Gloria, mujeres casi todas de una ciudad pequeña, con instrucción y formación para hacerse dueñas de su propia vida. Son niñas, adolescentes, jóvenes, adultas, ancianas; son madres, esposas, amantes, hijas, hermanas, amigas. Conocen el amor, el sexo, la droga, la muerte. Se elevan sobre los dramas que se viven pero que siempre se ocultan: el incesto, la violación, la locura.
"El tiempo y el silencio le han permitido a Gloria Umaña el supremo lujo de escribir sin afanes. De permitir que las narraciones broten como sus árboles, al mismo ritmo con que pasan las noches y los días. Y ahora, después de muchos años, ha decidido compartírnoslas. Están en nuestras manos".
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