viernes, 4 de octubre de 2019

Un pasado hecho presente

que se concreta al cumplir la meta de vivir en el campo de Helena Perez, quien desde el 2014 habita la finca El Jazmín, ubicada en Guatavita. 

Si bien su raíces son citadinas, el hecho de haber conocido el Bogotá de los años 50, cuando apenas comenzaba su expansión y la vida transcurría en casas con solar, muy grandes para estar en capacidad de acoger familias numerosas como la de Helena, ya que su madre tuvo doce hermanos, le permitió sentirse en una finca.  "Mi abuelita, de la que heredé mi nombre, tenía gallinero, perrera, brevo, papayuela, durazno, ciruelo, cebolla larga y cilantro, y fueron muchas las veces que la acompañé a recoger los huevos. A Ella le aprendí muchas cosas: el amor por el campo, la naturaleza, los animales y el gusto por la cocina, aunque en ese tiempo era usual tener mucha ayuda en el funcionamiento de una casa, la recuerdo preparando los dulces semanales, como la jalea de guayaba, el arequipe, la brevas en panela, el dulce de icaco y mucho mas". 
Paisaje desde El Jazmín, Guatavita
La presencia de la naturaleza en su vida cotidiana también tuvo su arraigo con su padre, quien dada la cercanía de su vivienda a las montañas orientales de la capital colombiana, organizaba caminatas dominicales en las que les inculcó la importancia de los elementos naturales en la vida "recuerdo especialmente que después de un día de lluvia, nos hacia respirar muy profundo para aprovechar la limpieza del aire. Mi papá era muy emotivo y disfrutaba desde una piedra hasta la magnificencia de un eucalipto centenario".
Helena se casó y durante sus diez y siete años que duró su matrimonio y del que le quedaron cuatro hijas, su compañero compartió su pasión por el campo. Pasaron muchas temporadas en el llano en Acacías, Meta. También por esa misma época, luego que sus padres compraron una finca, en Zubia, tuvo la experiencia de vivir a ratos en él. "Todas estas cosas que vivía y mi manera de ser, hicieron que siempre visualizara mi futuro en el campo, no en la ciudad"
La responsabilidad de criar sus hijas condujo a Helena a hacer muchas y diversas tareas, entre las que se encuentran labores domésticas, secretariales, de asistencia administrativa, decoración, repostería, trasladarse por unos años fuera de país y por último administrar la finca paterna. "Fueron años de esfuerzo y lucha, pero sin desistir de mi meta".
Sin embargo, pese a que sus hijas eran independientes, Helena tuvo que aplazar su proyecto otros cuatro años; tiempo en el que se dedicó a cuidar a su padre, que estaba viudo y entrado en años. A su muerte, y teniendo en cuenta que había comprado, conjuntamente con su hija mayor y yerno, una terreno en Guatavita, en el que ellos había construido una casa, que tenía reservado el "cuarto de la abuelita", se trasladó allí "a vivir mi sueño, pero me faltaba algo: mi espacio".
Construyó su vivienda independiente, en 40 metros cuadrados, que adecuó y decoró con los detalles que había imaginado. Es un lugar lleno de color y con el toque habilidoso de sus manos, ocupadas en las manualidades, costuras y fogones, que hoy son un exitoso emprendimiento.
"Yo programo mis días con diferentes actividades. Voy a reuniones con amigos y actualmente hago parte del Mercado Itinerante, evento mensual articulado entre Suesca, Sesquilé, Guatavita y Guasca. Participo con mis productos. También estoy en dos nuevos proyectos, uno veredal y otro familiar". 
Han comenzado a reforestar parte del terreno y a eliminar el uso de productos agresivos que afectan los suelos. "Tratamos de dar ejemplo a los vecinos, de cuidado, organización, limpieza preocupación por el medio ambiente y los recursos".



Fotos cortesía de Helena Pérez

2 comentarios:

Esta es la vida dijo...

En tu manera de vivir else ver que hay vida

Esta es la vida dijo...

Todavía hay que aprender mucho de tu secillez