Cuando descubrí que el árbol de Jazmín del Cabo (Pittosporum undulatum Vent.) no era nativo, la razón por la que nunca pensé en erradicar las muchas plántullas que sembré, fue la fragancia de sus flores. Al alba y al atardecer su aroma me ofrece una sensación de paz y plenitud.
Desde hace tres meses su florescencia ha sido tan abundante, que me llevó a pensar en utilizarlas y la idea de crear un perfume surgió inmediatamente. Hoy se concreta y hace parte de la línea cosmética natural de mis gloriosas. Lo vendo por encargo y a través de mi participación en los mercados locales de la región.
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