jueves, 11 de julio de 2019

Cinco meses


han pasado después del incendio y la naturaleza cada vez me sorprende mas. En medio de los troncos yertos, la vida se deja ver, a través de los brotes que salen justo en su base, cobijados por la hierba que aumenta su tamaño con el paso del tiempo, y en una de las áreas escampadas, nace un gladiolo, de tonalidades diferentes a los que he sembrado. Éste lo recibo como una dádiva, que me da regocijo y provoca mi gratitud.

De lo seres humanos implicados en el hecho (Codensa y sus operarios, la CAR y sus técnicos), sólo hay palabras evasivas y ninguna responsabilidad. 

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